 
            Tumores óseos primarios en perros
Cómo abordar esta enfermedad cuando se encuentra en caninos
CIRUGÍA

Escrito por Katie Hoddinott, DVM, DVSc, BSc, DACVS-SA
 Cómo abordar esta enfermedad cuando se encuentra en caninos
Los  tumores óseos primarios surgen directamente del hueso y pueden   incluir  osteosarcoma, condrosarcoma y fibrosarcoma, entre otros tipos   de  neoplasia. El osteosarcoma es el tumor óseo primario más común en   perros  representando de 85% a 98% de todos los tumores óseos.1,2 Los   tumores  óseos pueden surgir ya sea en el esqueleto apendicular o axial,   con 75%  de tumores surgiendo en el esqueleto apendicular.1,3  Además,  los tumores  óseos primarios tienen predilección por el hueso   metafisario, siendo  los sitios más comunes el radio distal, el húmero   proximal, el fémur  distal y la tibia proximal.1,2 Los  tumores óseos  primarios se presentan  con mayor frecuencia en perros de  razas grandes  y gigantes, en la  población de mediana edad a mayor,  tienen  predilección por perros  machos.3,4
Presentación clínica   
La mayoría de los perros que  presentan un tumor óseo primario tendrán   antecedentes de cojera aguda o  progresiva, una masa ósea palpable y   diversos grados de dolor  localizado.1,2 La cojera puede ser   inicialmente sutil, pero puede  progresar rápidamente a una cojera sin   apoyo de peso debido a dolor óseo  o la presencia de una fractura   patológica.2,5,6
Diagnóstico   
Inicialmente se puede hacer un diagnóstico tentativo de un tumor óseo  primario basándose en el historial, la señalización y los hallazgos del  examen físico y ortopédico. Sin embargo, se logra más evidencia para  respaldar el diagnóstico a través del diagnóstico radiográfico local de  una lesión ósea agresiva.1,2  Es importante considerar otras causas de lesiones óseas agresivas,  tales como osteomielitis bacteriana o fúngica, en relación con su riesgo  de enfermedad regional.
Un diagnóstico definitivo requiere muestreo directo de los tejidos  afectados, ya sea mediante aspiración con aguja fina y evaluación  citológica o biopsia ósea para un diagnóstico histopatológico. La  citología tiene una alta probabilidad de diagnosticar correctamente  tumores óseos, con una sensibilidad de 97% para diagnosticar un sarcoma y  una sensibilidad de 100% para diagnosticar un osteosarcoma cuando se  aplica una tinción de fosfatasa alcalina (FAL).7 Las aspiraciones con  aguja fina deben realizarse con guía por imágenes cuando sea posible;  las muestras deben recolectarse del centro de la lesión, no de la  periferia.8 La biopsia ósea proporcionará el diagnóstico más definitivo,  ya que no sólo puede determinar el tipo de tumor sino que también puede  proporcionar clasificación histopatológica, la cual puede influir en el  pronóstico general.9 Se debe considerar un diagnóstico histopatológico  previo al tratamiento cuando un diagnóstico citológico no ha tenido  éxito, si existe un alto riesgo de diagnóstico de osteomielitis  bacteriana o fúngica (ya que las recomendaciones finales de tratamiento  pueden diferir) o si el pronóstico afectaría la toma de decisiones del  cliente.
Más allá de la enfermedad local, se deben realizar más pruebas de  estadificación oncológica antes de considerar las opciones de  tratamiento. Las pruebas de estadificación tienen como objetivo observar  la salud sistémica general, la enfermedad metastásica y otros procesos  patológicos concurrentes. Como la mayoría de los animales con tumores  óseos primarios son de edad avanzada, incluso una enfermedad concurrente  puede alterar la toma de decisiones del cliente con respecto al  tratamiento. Se recomiendan diagnósticos de referencia que incluyen un  hemograma completo, un perfil bioquímico y un análisis de orina. Se  deberían evaluar pulmones, ganglios linfáticos locales y huesos para  detectar enfermedad metastásica. Los pulmones se pueden evaluar mediante  radiografías torácicas de 3 planos o, alternativamente, mediante una  tomografía computarizada. Se pueden aspirar los ganglios linfáticos  locales para una evaluación citológica. Los huesos se pueden evaluar  primero mediante un examen ortopédico exhaustivo para detectar dolor  óseo y los sitios de interés se pueden evaluar más a fondo mediante  radiografías específicas. También se pueden considerar imágenes  abdominales para descartar procesos patológicos concurrentes.
 
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                    