Intercambio de ideas

 

 

 

 

Hospitalizamos pacientes en nuestra clínica. En alguna ocasión, tuvimos un par de episodios en los cuales no era claro si ya se había administrado una dosis, así que terminamos por llamar al personal fuera de servicio para ver saber si teníamos o no que dar el medicamento.

 

Con el propósito de evitar confusiones, ahora llenamos cajas para medicinas para cada uno de nuestros hospitalizados. Llenar las cajas de manera apropiada es un trabajo extra en principio, pero ya no nos preocupamos acerca de dosis no administradas o duplicadas. 

 

 

 

 

 

 

 

Para asegurarse de que los pacientes salen de la clínica con todas sus pertenencias, les pegamos etiquetas elaboradas en nuestra máquina etiquetadota de prescripciones cuando los pacientes ingresan. Tales etiquetas contienen la información del propietario y el nombre del paciente. Etiquetamos las jaulas, traíllas, collares –todo con lo que ingresa el animal a la clínica.

 

 

 

Durante años, uno de nuestros pacientes había vomitado cada vez que se subía a un automóvil. En alguna ocasión le practicamos un procedimiento quirúrgico menor, que requeriría del uso de un collar Isabelino. Increíblemente, el gato no vomitó de regreso a casa por primera vez en su vida de viajero y ni cuando viajo de regreso a la clínica para retirar las suturas. Desde entonces, he sugerido collares Isabelinos como tratamiento de la enfermedad por movimiento para más de una docena de gatos, incluso a un par de perros, y parece que esto funciona.

 

 

 

 

 

Para organizar nuestras sondas endotraqueales, pegamos taquetes en un cajón. Al hacerlo las mantenemos lejos del polvo – y los taquetes las mantienen en orden.

 

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